Este predio, que es de cinco hectáreas apenas, lo adquirí con mucho esfuerzo. Fuimos criados en la pobreza, aunque gracias a Dios nunca nos faltó la comida en la mesa. Pero sí fuimos una familia muy humilde. Mi papá era caficultor, mi abuelo también. Fueron caficultores toda la vida. Y desde que tengo uso de razón soy cafetero, crecí acompañando a mi papá al cafetal. Pero hace veinticinco años entonces, le contaba, compré estas cinco hectáreas. Las adquirí trabajando de jornalero. A punta de jornal. Nací y crecí en el café y ahora tengo mi propio cultivo. Es un motivo de orgullo.
Al café especial llegué hace unos tres años. Lo hice porque quiero mejorar cada día, que la calidad del café crezca y así podamos obtener mejores ingresos para la familia. Claro, vivimos todos del café y de un par de cultivos de pan coger. Tengo cuatro hijos y dos trabajan conmigo, les gusta mucho el tema, están metidos en mejorar la calidad. Es que es hereditario y, además, es la economía del sector.
La finca está en Acevedo, Huila, en la vereda La Estrella y se llama El Recreo. Y en unos años me la imagino con mejores procesos, con un secadero más grande, mejorando la recolección, todo para que tengamos un mejor producto y podamos vender a un mejor precio. Y sí, hay retos, precios altos de fertilizantes, o los cambios en el clima que afectan la floración, pero vamos a seguir trabajando por sacar, cada vez, los mejores atributos de nuestros cafetales.
Escritor: Carlos Ospina Marulanda
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