Nací entre los cafetales de una finca que fue de mi papá en Santa María, Huila. Pero vine a conocer el mundo de los cafés especiales en una feria en Medellín. Y ese mundo me empezó a interesar en serio en el 2014. Con él comenzamos a trabajarle a los especiales en la finca. Falleció hace cuatro años y fue justo entonces cuando exportamos nuestro primer contenedor.
Lo especial de Santa María son sus suelos volcánicos. Eso le da un toque único al café. Espectacular; floral. ¿Cómo más se podría encontrar una combinación de notas que fluyen entre el durazno y el dulce de leche?
Santa María se empezó a quedar pequeño. En el Huila hay entre ochenta mil o noventa mil familias cafeteras que en promedio tienen, cada una, dos hectáreas. Con esa tierra no hay facilidades para trillar eficientemente o para poner el café en una buena mesa de catación y así exportar. Entonces nos convertimos en facilitadores de café. Buscábamos unir la oferta, es decir ese pequeño caficultor que por sus costos no puede llegar hasta el cliente, con la demanda. Cerrar el mercado, dijimos; que el negocio se dé y que haya beneficio para el caficultor y así lograr mejorar, cada día, la especialidad de cada cosecha.
De Algeciras, por ejemplo, un pueblo muy golpeado por la guerrilla, logramos sacar un grano que se ha convertido en un instrumento para mejorar la sociedad. Un café de paz con acidez brillante; cuerpo sedoso. Allá en Algeciras, por San Juanito, nos encontramos con notas a mandarina, jengibre y panela. Y en Acevedo, segundo municipio productor del país después de Pitalito, caminando por la Serranía, los cafetales se deshacen en un café intenso con notas que trasladan las sensaciones hacia el morado, hacia la ciruela o hacia la frambuesa.
Ese es el tema. Probar un café que lleve hacia diferentes sensaciones, varias, que produzca imágenes y colores, que lleve a explorar cada gusto sensorial, que permita conocerse a uno mismo. Mientras en las fincas, junto a los caficultores, seguimos trabajando para ampliar las posibilidades, para desarrollar cada grano de café, para crear, porque al final esto se convierte en un arte, usted, en su casa, experimenta desde los sentidos y descubre otro mundo, otra imagen y un nuevo café.
Escritor: Carlos Ospina Marulanda
Fotografía: Yonatan González
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